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La Fiesta Nacional de España, también conocida como el Día de la Hispanidad, es una celebración anual que tiene lugar el 12 de octubre. Conmemora la fecha de 1492 en que Cristóbal Colón pisó por primera vez América. Aunque este día está marcado por el orgullo de la historia y la herencia españolas, es importante reconocer los paralelismos que guarda con otras fiestas nacionales como el Día de Australia, el 26 de enero, que conmemora el desembarco de la Primera Flota en 1788 y el izado de la Bandera de la Unión por Arthur Phillip. Ambas festividades tienen sus raíces en la exploración y colonización europeas que causaron un inmenso sufrimiento a las poblaciones nativas y la pérdida para siempre de los conocimientos, lenguas y culturas de estas comunidades.
Con este post, profundizaremos en las trágicas consecuencias de la expansión de la sociedad occidental, concretamente en Australia, Centroamérica y Sudamérica, para entender mejor por qué algunos se oponen a conmemorar estos acontecimientos desde la perspectiva de los pueblos nativos. Acontecimientos y acciones impulsados en su mayoría por la curiosidad, la mayor riqueza, la fama y la gloria de personas egocéntricas, el falso orgullo nacional, la religión en lugar de la espiritualidad y la posesión de bienes que no son de nuestra propiedad.
El Día de la Hispanidad marca el inicio de la colonización española en las Américas, que condujo a una trágica historia de enfermedades, desplazamientos y explotación que diezmó a las poblaciones nativas. Esta colonización también trajo consigo la conversión forzosa de los indígenas al cristianismo, el saqueo de los recursos naturales y la destrucción de las culturas nativas.
Del mismo modo, para muchos indígenas australianos, el Día de Australia representa el comienzo de la colonización y el genocidio y la opresión de sus antepasados. Al igual que la Fiesta Nacional, la celebración del Día de Australia es un doloroso recordatorio del despojo y la violencia infligida a las comunidades indígenas y una plegaria por todas las almas perdidas durante esa época de conflicto forzado.
Para entender realmente por qué algunos argumentan en contra de conmemorar el Día de la Hispanidad y el Día de Australia, es vital contemplar estos acontecimientos desde la perspectiva de los nativos afectados.
Para los aborígenes australianos, el 26 de enero es un día de luto conocido como “Día de la Invasión”. Significa la pérdida de su tierra, su cultura y, trágicamente, la pérdida de innumerables vidas. La celebración del Día de Australia en el siglo XXI perpetúa su trauma intergeneracional y la mayoría de ellos siguen viviendo desconectados de la sociedad australiana o, peor aún, recluidos en “Reservas Nacionales” como animales.
Lo mismo ocurre con los nativos americanos, que tienen una dolorosa historia ligada a esta conmemoración. La llegada de Colón marcó el comienzo de siglos de brutalidad, esclavitud y destrucción cultural. Celebrar este día les recuerda el sufrimiento inimaginable que padecieron sus antepasados.
Sin embargo, en comparación con la situación actual de los aborígenes australianos, seguimos siendo mayoría ocupando nuestras tierras y manteniendo nuestras comunidades, especialmente las más remotas y desconectadas. Todavía se recuerdan los efectos y consecuencias creados por el cristianismo, así como las estrategias definidas para lavarnos el cerebro.
Dios NO ha creado a la humanidad a su propia imagen, NOSOTROS creamos a dios en base a nuestros miserables comportamientos, juicios y acciones. Este comportamiento de dios es una imagen creada para juzgarte y enviarte al infierno o al paraiso… ¿en serio? Bueno, desde nuestra perspectiva aqui a los 21 ya estamos en el paraiso, y NO necesitamos ningun otro dios extranjero aparte de nosotros mismos y nuestras comunidades para vivir en paz y prosperidad.
Las sociedades occidentales fueron responsables de inmensas tragedias y desastres tanto en Australia como en América Central y del Sur. La mentalidad colonialista llevó a la destrucción de las culturas indígenas, a la pérdida de vidas y a la explotación tanto de los recursos naturales como de las poblaciones nativas. Ambos trajeron la viruela y otras enfermedades que devastaron a las poblaciones nativas que carecían de inmunidad y larga vida. Los españoles impusieron su cultura, religión e idioma, lo que provocó la pérdida de muchas tradiciones y lenguas indígenas. La brutal explotación de la mano de obra y los recursos nativos agravó aún más el sufrimiento. En Australia, la colonización británica trajo consigo la violencia, el despojo y la supresión de las lenguas y culturas indígenas. La generación robada, en la que los niños aborígenes fueron apartados a la fuerza de sus familias, sigue siendo un oscuro capítulo de la historia australiana que esta conmemoración intenta cubrir aportando desinformación e ilusión de patriotismo.
NO HAY ORGULLO EN EL GENOCIDIO
Conmemorar el Día de la Hispanidad o el Día de Australia o cualquier otro acto de violencia forzada sin reconocer el inmenso sufrimiento causado por el colonialismo es un flaco favor a la historia y a las poblaciones nativas afectadas.
Conmemorar estos días sin abordar su oscura historia ignora el dolor y el sufrimiento de los pueblos nativos. Reconocer las tragedias es un paso hacia la curación y la reconciliación.
Salgamos de este bucle de violencia, no podemos combatir la violencia con más violencia. La Historia y la Ciencia son una importante herramienta de conocimiento. El error que seguimos cometiendo es pensar que son las únicas.
Adoptemos una nueva perspectiva: en lugar de celebrar estos acontecimientos coloniales, fomentemos la comprensión, la empatía y el respeto por otras culturas y sus aportaciones.
Fomentemos la preservación y revitalización de las lenguas nativas, las tradiciones, los conocimientos. Dejemos de _hacer lo que creemos que está bien (para los demás), pensemos en lo que nos conviene a nosotros, a nuestra tierra, a nuestro hogar y a nuestras almas.
Eduquemos a los niños para que sean honestos, no para que sean inteligentes.
Esperamos que todos estos días conmemorativos alrededor del planeta Tierra, nos sirvan para recordar las trágicas consecuencias de la colonización occidental. No debemos borrar la historia, ni tener una única forma de interpretar los acontecimientos, y debemos recordar estos hechos con empatía y compromiso de reconciliación.
Celebrar las culturas nativas y reconocer sus contribuciones al conocimiento global es una forma más respetuosa de avanzar y construir una sociedad más inclusiva, globalmente… universalmente.
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